Soy un chico (o era un “chico”)
nacido en un pueblo de Córdoba que desde pequeño tuvo mucho contacto con un
entorno natural que mezclaba los campos de cultivo del valle del Guadalquivir
con extensas sierras llenas de encinares y arroyos. Supongo que quien soy ha
estado influenciado por este entorno, así como por la generosidad, tenacidad,
bondad y ternura que encuentro a menudo en mis familiares.
Mi sensibilidad y atención hacia
la conciencia y expresión corporal se comenzó a desarrollar con mi
participación en un grupo de teatro desde muy pequeño y durante varios años, es
aquí donde tuve contactos con los primeros juegos de expresión corporal que
recuerdo; durante la adolescencia mis preferencias cambiaron, y se dirigieron
hacia la práctica del kárate, en la cual durante diez años tuve un contacto muy
intenso con la disciplina, la filosofia de este arte marcial, la conciéncia
corporal, la meditación, el compañerismo y la cooperación... estos años
marcaron profundamente mi manera de percibir mi cuerpo y el mundo físico, así
como mi manera de relacionarme con los demás.
Pasaron los años y ciertas
dificultades económicas me llevaron a abandonar los estudios y ayudar en el
negocio familiar conduciendo durante muchas horas la día un vehículo pesado...
sentado durante tantas horas fue complicado mantener unos buenos hábitos
relacionados con el movimiento, pero por otra parte mi contacto con la música
creció hasta el punto de compaginar el trabajo con los estudios musicales y la
carrera de magisterio. Así, la
música (especialmente la música improvisada y el jazz), me llevaron a ser
maestro especialista en Educación Musical, y esta disciplina me devolvió el
contacto con el cuerpo y la expresión corporal.
Más recientemente, en los
últimos años mi interés por la danza contemporánea y por el Ashtanga Yoga (que
explicado rápidamente podría decirse que es un estilo de yoga donde se da tanta
importancia a las posturas como a el encadenamiento entre ellas mediante
movimientos sincronizados con la respiración), y la práctica casi diaria de
esta disciplina, me llevaron al punto de querer enlazar toda esta experiencia
corporal con el mundo educativo y la Psicomotricidad Infantil.
Durante mis últimos años como
maestro de música he ido cada vez dando más importancia al trabajo corporal
dentro de mís clases, introduciendo en mis sesiones el uso de calcetines
antideslizantes, los rituales de entrada, el trabajo de la conciéncia corporal,
la exploración, la percepción, la creación libre... y tenía ganas de ampliar
ese trabajo que mezcla cuerpo, emociones y comunicación con un mayor
conocimiento técnico y terminológico, todo ello de manera abierta y respetuosa
con el niño. Creo que este postgrado me ayudará bastante en ello, y ayudará a
tener más conciencia perceptiva y simbólica de todo aquello que acontece en las
interacciones entre los niños y niñas de la etapa de Educación Infantil. Me
encantaría poder llevar la Psicomotricidad a la Educación Musical, y viceversa,
ya que creo que ambas disciplinas están hechas de materia emocional, y que aun
hay todo un mundo por descubrir en esta relación. También me encantaría poder
después compartir mis impresiones a partir de mi experiencia, por lo que
considero y espero también que la formación teórica que estoy a punto de recibir
me ayuden en ello.
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